El limbo es un lugar en el que no me gusta vivir, ni siquiera por temporadas o a trozos. Ese espacio viscoso de suelo de chicle en el que tus deudas pendientes y proyectos por rematar te ralentizan hasta el punto de no saber cuál es el siguiente paso a dar ni hacia dónde. Cuando se me presenta una oportunidad, o un problema, trato de atacar la situación de forma directa e inmediata.
La incertidumbre es sustancia propia del ser humano, pero en nosotros está trabajar en nuestra particular receta para eliminar la parte sobrante de este componente mal amigo de andar a buen ritmo. No puede elegirse una cosa y la contraria, lo que no es óbice para que la parálisis, tan cómplice de los indecisos, haga de nosotros personas en lamento continuo.
Si pienso en las personas cercanas que más admiro encuentro en ellas una capacidad innata para tomar decisiones. No hacerlo nos sumerge en la mediocridad de los que encuentran siempre la excusa para justificar el no, sin ser conscientes de que los trenes acaban por no parar en su estación.
La incertidumbre es sustancia propia del ser humano, pero en nosotros está trabajar en nuestra particular receta para eliminar la parte sobrante de este componente mal amigo de andar a buen ritmo. No puede elegirse una cosa y la contraria, lo que no es óbice para que la parálisis, tan cómplice de los indecisos, haga de nosotros personas en lamento continuo.
Si pienso en las personas cercanas que más admiro encuentro en ellas una capacidad innata para tomar decisiones. No hacerlo nos sumerge en la mediocridad de los que encuentran siempre la excusa para justificar el no, sin ser conscientes de que los trenes acaban por no parar en su estación.
2 comentarios:
Me recuerda esta entrada a una entrevista que leí hace unos años a Vargas Llosa. Estaba a punto de estrenarse como actor, a los 82 años, con un texto suyo interpretado junto a Aitana Sánchez Gijón. Le preguntaban por tal atrevimiento, y él contestaba que le apenaba la gente que muere en vida. Que él admiraba a aquellos a los que la muerte les sorprende como un accidente cuando están en plena actividad.
Se me quedó grabado.
Felicidades por tu blog, Salva. Te sigo.
Un abrazo fuerte
Muchas gracias, José María, por estar ahí.
Un abrazo,
Salva
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