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salvador-navarro.com

sábado, marzo 16, 2024

Michelangelo

Lo llaman el fenómeno Michalangelo y no sabía que existía.

De hecho no sabía que lo sabía, ni que Fran y yo lo practicábamos ya.

El nombre se debe al efecto de esculpir. De esculpir a tu pareja.

¿Cómo se hace eso? 

Valorando sus mejores cualidades. Si Fran es una persona altruista, que lo es, fomentando el que lo siga siendo. Si yo soy constante, que lo soy, él halaga frente a los demás mi constancia.

Pero el tema no queda ahí. La mejor forma de poner en valor su altruismo es potenciarlo en mí, que es la  manera ideal de demostrarle lo mucho que aprecio esa actitud en él. Y viceversa.

De esa forma vas esculpiendo tu yo ideal en el otro, sin manipular, sin imponer, sino resaltando todo lo bueno que hay en la persona que amas, para hacerlo crecer, y demostrarle que, por lo mucho que lo quieres, tú también luchas por ser así.

Una manera de amar que hace crecer a los dos.

Manitas

Qué rollo es no ser manitas.

O, ni siquiera querer intentarlo.

Más rollo aún cuando tu pareja tampoco lo es.

Así que acabamos conviviendo con puertas desvencijadas, persianas descolgadas, luces mal orientadas y apaños por doquier.

Lo más irritante es cuando alguien me dice, 'mucho ingeniero, pero no sabes ni arreglar un enchufe'.

Llega el día en el que, con dos cervezas, nos decimos. 'Esto no puede seguir así'.

Pero con la tercera cerveza, cambiamos de conversación.

Los otros

Me da mucho más miedo la muerte de los que quiero que la mía propia.

No por una cuestión de bondad, sino de egoísmo. Yo no quiero sufrir.

Soy de los que piensa que, cuando uno muere, todo se acaba, luego en el momento en el que yo desaparezca tengo claro que ya no habrá dolor, ni gozo, ni angustias dentro de mí.

En cambio, el día en el que alguien muy amado se vaya de mi lado, tendré que sufrir la pena, enorme, real, sentidísima, de no poder abrazarlo nunca más.

Sí, hombre

Ocurre todos los días y todas las noches caigo.

Él, que siempre está ya en la cama cuando yo me acuesto, espera a que ponga las alarmas, organice mis libros, haga un zapping rápido por la tele y acomode mis almohadas, y así, para cuando ya me he colocado cómodo, me suelte.

Échate para allá para el otro lado de la cama, para abrazarme.

Entonces mi yo más arisco, el organizado, el que está concentrado en lo que ha hecho en el día y lo que tiene por hacer mañana, siempre le responde.

¡Sí, hombre! con cara de cuerno.

Y viene la carcajada de Fran.

Papá

No ocurre a diario y, tal vez por eso, no deja de emocionarme.

Voy a realizarme una transferncia de una de mis cuentas a la otra, para evitar dejar a la segunda en números rojos, y aparece como posible destinatario su nombre, Salvador Navarro Sanz. 

Voy buscando en la agenda el teléfono de Pablo y me aparece el de 'Papá'.

Trato de buscar una foto de la última vez que estuvimos en algún lugar del mundo y por allí aparece su imagen, días antes o después de ese viaje que quería encontrar.

Aparece de golpe, sin avisar, sin esperarlo y la melancolía, como si pulsaras un botón, lo invade todo.

Torrijas

Cuánto me gusta una torrija y ¡cuántas historias hay en cada bocado que les das!

Sí, se han puesto de moda como postre estrella todo el año, compitiendo con la tarta de queso. No hay restaurante que se precie que no tenga en su carta una reinterpretación del típico dulce de Semana Santa.

En estos días, en cambio, aparecen las clásicas, esas bañadas en vino o miel en una bandeja de cristal, las que te hacen despertarte antes de la siesta solo imaginando cómo se van a deshacer en tu boca. Y con ellas viene la cocina de mamá, el trabajo en cadena que hacíamos los niños para elaborarlas.

Tú las vas metiendo en leche, Borete.

Como la magdalena de Proust, nos llevan a tiempos en los que la vida era menos complicada.

Orfandad

No es ni mejor, ni peor, pero la orfandad es determinante en la vida de los que hemos vivido la muerte tan de frente de pequeños.

Yo tengo muy presente a quienes han perdido a alguno de sus padres siendo pequeños, porque siento que me une algo importante a ellos, en las sonrisas, en los gestos, incluso en las carcajadas.

Suenan de otro modo y no tienen por qué ser más tristes.

Esa sensación de perder para siempre un pecho en el que refugiarte te configura como una persona especial, que tiene que construir a su propio progenitor dentro de sí.

Yo, que no soy creyente, vivo desde los dieciocho años con mi madre en mí. Soy yo mi madre, soy ella, y cuido de mí.

Histéresis

No puedo negar que la carrera de Ingenieros fue un episodio duro.

Huérfano de madre a pocos días de comenzarla, atormentado por mi sexualidad, estudiar esa carrera era una condena más en la que sentía que hacía lo que los demás esperaban de mí, no lo que yo deseaba.

Fue un período tormentoso al que trataba de buscarle rendijas por donde asomarme al mundo futuro que sí quería vivir, de ahí que jugara a darle un enfoque a unos estudios tan fríos con una visión humanista, y así aprender de la vida, de modo que me empezaron a emocionarme algunas asignaturas, como las ecuaciones diferenciales o la física electrónica.

Hay dos términos que retuve para siempre, la entropía y la histéresis, tan fácil de explicar el primero como complicado el segundo, si no es a base de fórmulas.

La entropía viene a ser aquella ley física que viene a confirmar que tendemos siempre, sin excepción, al desorden. Nunca, jamás, se vuelven a dar las mismas circunstancias en la vida. La repetición total no existe. ¡Y cuántas veces no me habré lamentado de ello!

La histéresis, por su lado, la siento día a día, pero nunca he sabido explicarla, hasta que el otro día la visualicé.

Aunque sean los mismos metros de distancia, no hay la misma emoción antes y después de un abrazo, cuando estás a diez metros de esa persona a la que quieres abrazar, que a diez metros de ella cuando ya te ha achuchado.

Eres otra persona en el mismo lugar.

Luz

Un amigo mayor que yo, al que admiro y respeto, me dijo hace unos años una frase que me ha acompañado todo este tiempo.

Salva, transmites luz.

En esa charla me animaba a seguir amando así la vida, a aprovechar de todo lo que había conseguido crear a mi alrededor, a ser consciente de mi propia felicidad.

Yo, sin falsa humildad, le di la razón, porque no veía en mí sino a un hombre que había dejado atrás un pasado oscuro, el de la época adolescente en la que él me conoció, para convertirme en alguien con la fuerza que da el quererse.

Como todo en esta vida, esa frase también implica una carga, potente, una responsabilidad personal. Cada vez que viajo por situaciones que me provocaban emoción y la emoción no aparece, me lo planteo.

¿Me habré apagado ya?

domingo, marzo 10, 2024

Estrés

Uno de mis enemigos más feroces es el estrés, ganador de mil batallas contra mí.

No pocas veces me ha dejado noqueado en las urgencias de un hospital y, aún así, sigo sin poder con él.

Nada más claro que yo elegí mi vida, una profesión que requiere mucha responsabilidad a cambio de permitirme disfrutar del mundo en su plenitud.

Yo me digo que yo controlo, que sé priorizar lo que de verdad importa, que manejo bien las situaciones extremas, que sé dejar en el despacho los problemas de mi equipo o las exigencias de mi empresa.

La mayoría de las veces lo consigo, lo que ocurre es que el estrés siempre está al acecho, esperando un descuido en mí para plantarse de frente y decirme, 'éste es el precio que tienes que pagar por ser un privilegiado'.

Glucosa

Estoy convencido de que hay determinadas verdades irrefutables en lo que a la nutrición se refiere y muchas de ellas tienen que ver con el azúcar, los carbohidratos y la glucosa.

Enamorado como soy de la pasta, la restrinjo al máximo para no pecar.

Enamorado como soy de Italia, no hay menú que se precie allí donde la lasaña, los tagliatelle o las pizzas no sean platos principales.

Teniendo un cuñado veneciano, sé bien que no entra en la cocina si no es para preparar alguna de esas especialidades italianas.

Me falta una variable en esta ecuación. Si tan evidente es ese estigma, ¿por qué los ciudadanos de ese país no tienen peor salud o calidad de vida?

Las realidades científicas son más defendibles con ejemplos concretos.

¿Qué es lo que se me escapa?

Sexy

La inteligencia es sexy.

La respuesta ágil, el razonamiento estructurado, las comparaciones apropiadas, el sentido común bien aplicado, la visión simple de cuestiones complejas, la claridad en las explicaciones, la priorización de los problemas, la escucha activa, la capacidad de entender al otro.

No sé hasta qué punto y en qué proporción uno nace con esa cualidad o la entrena, sólo sé que a mí me atrae, me erotiza, una mente brillante.

Sobre todo cuando, tras de ella, hay una persona humilde.

sábado, marzo 09, 2024

Humildad

La humildad es hermosa, incluso cuando se practica como estrategia.

Tú puedes saber que vales más que la otra persona en determinado campo y no por eso debes refregarlo en la cara de quien te escucha.

Cantar las propias virtudes es, además de torpe, una forma retorcida de mostrarse.

Las cualidades de cada uno no deben explicarse, sino que los otros tienen que confirmarlas por tus hechos.

No sirve de nada hablar de nuestra calidad humana, tienen que descubrirla los demás.

Quejica

No me fío de los quejicas.

De los pejigueras con la comida, de quienes hablan a todas horas de enfermedades, de los que ponen pegas a todas las ciudades que visitan, de aquellos a quienes les aburren todos las novelas, 

Me alejo de los expertos en ver el gris incluso en paisajes de colores.

No me gusta la gente a la que no le gusta nada.

miércoles, marzo 06, 2024

feminista

Soy un hombre homosexual feminista. Dos características históricamente vapuleadas.

Tal vez por esa primera condición, la de mi sexualidad, soy especialmente combativo por la segunda, la igualdad entre hombres y mujeres.

Por mucho que quieran deformar el discurso los que abanderan las críticas contra ese movimiento, tachándolo de guerra soterrada contra el hombre, el fin último de la liberación de la mujer es vivir en una sociedad de iguales, donde todos, sea cual sea el sexo y la sexualidad, vivamos con dignidad.

No hay causa más justa que la feminista, porque nos involucra a todos por igual en el objetivo más noble, el respeto profundo a nuestros semejantes. 

domingo, marzo 03, 2024

Seguridad

Admiro el aplomo que deriva del conocimiento.

Cuando un médico te responde sí o no, sin titubeos. Cuando lo hace un compañero de trabajo respecto a cuestiones que suponen muchos miles de euros. Incluso cuando en un restaurante preguntas por una recomendación.

El carpaccio de alcachofas.

La duda interna es una fuente de sabiduría en el día a día, porque nos abre las puertas a la reflexión y eso nos hace crecer. Dudar es reconocer nuestras flaquezas y trabajarlas.

Pero cuando necesitas una certeza, qué atractiva es la persona que te responde, firme, a los ojos, cuál es su verdad.

Rencor

Siempre he pensado que un poquito de rencor es bueno.

Que ejerza de memoria respecto a quienes me hicieron mucho daño, que los hubo. 

Me parece demasiado naif eso de olvidar traiciones y puñaladas.

No es cuestión de poner fotos en tu habitación a las que ir lanzando dardos antes de irte a dormir, sino de saber con quiénes no, nunca, a ningún lado.

Lluvia

Estoy seguro que que el hombre controlará que llueva lo preciso, donde sea necesario y a las horas en que no moleste.

Tanto como que dará con la técnica, individualizada, para eliminar el horroroso drama del cáncer de nuestra sociedad.

No tengo dudas de que encontrará la fórmula para producir alimentos suficientes para toda la población sin destrozar el planeta.

Lo que no tengo claro es si ese mismo hombre se matará antes a sí mismo en guerras de soberbia, ira y rencor.

El bienestar personal tiene mucho que ver con cómo tenemos compartimentada la cabeza.

Si tu mente es un solo espacio donde todo se confunde, es difícil manejarte con soltura por el mundo. Los traumas y los proyectos se juntan y de esa ensaladilla no puede salir la calma que requiere el sentirse bien en la propia piel.

Las pérdidas, que todos arrastramos, deben tener su sitio en nuestro cerebro, pero deben estar bien separadas de las preocupaciones del día a día, y éstas deben tener un sitio apartado de aquél donde están nuestras ilusiones de futuro. El amor, el deseo sexual, la ternura, la reflexión. Debemos poder abrir esos cajones en cada momento preciso.

Si una muerte de alguien querido causa estragos en cada uno de nosotros, tenemos que encontrar el modo de acudir a ella cuantas veces lo necesitemos, pero sin que todo nuestro pensamiento se llene para siempre del aroma negruzco del dolor.

Eso no es traicionar a nadie, sino vivir con dignidad.

miércoles, febrero 28, 2024

Gozo

Escribir una novela es una lucha entre el sufrimiento y el gozo.

Tengo clarísima en mi cabeza mi próxima historia, ya los personajes conviven conmigo en mi vida diaria. Cada día descubro algún detalle de ellos que se me escurría, al acostarme me susurran historias de su pasado que casan con sus comportamientos actuales, visualizo escenas extraordinarias donde todo se derrumbó entre ellos, empatizo con sus ilusiones, admiro cómo deshicieron errores pasados.

La dificultad es encontrar la fuerza para abrir el fichero y colocarse tras la última frase, respirar hondo y mimetizarse con el escenario, con la mirada de ella, con la respiración acelerada de él, ponerse en la piel de uno y otra para continuar la historia allí donde la dejé, donde ella me dejó a mí.

Se sufre, porque tengo que salir de mí para convertirme en ellos, por lo que aparecen mil excusas para dilatar el momento, ese instante en el que, por fin, tecleo la primera frase. Él la mira, ella le dice qué estás mirando y todo comienza a rodar.

Cuando cierro el ordenador y vuelvo a ser yo, todo es gozo.

Catetos

La gente menos viajada, menos leída, menos curiosa, más apoltronada piensa que los extranjeros son tontos y no tienen remilgos en gritarlo al viento.

-Mira el guiri ese, la cara de pánfilo, que no se entera ni de la mitad.

Ese guiri, que es probable que no hable el idioma de la tierra que visita, ha hecho el esfuerzo de gastarse un dinero en visitar la tierra de quien le critica, pone de su parte por entender el menú del restaurante y trata de leer acerca del lugar que visita para ampliar su mundo.

Son los guiris, o nosotros cuando estamos en lugares lejanos, los que unen el planeta, los que lo hacen más grande, los que saben explicar qué se siente allá o allí, los que rompen fronteras.

El guiri tiene de tonto lo que de avispado tiene el cateto que lo critica.

Restaurante

A veces miro a la gente cenando en un restaurante o charlando con amigos en un parque y me digo, qué bonito es vivir.

Me pongo el disfraz de hombre invisible y me mezclo entre viandantes que no conozco, poco importa en qué ciudad, en qué país o en qué circunstancias, para disfrutar de su cotidianeidad al escuchar historias que se repiten, banales, tremendas, cómicas, tristes acerca del devenir de las cosas.

Observo a ese chaval arreglado y perfumado, a esa señora buscando algo en el móvil, a la cría saltando a la comba como si le fuera la vida en ello y me digo, qué bonito es vivir.

Gordofobia

Ya me ha ocurrido en un par de ocasiones, que alguien o yo ensalcemos la figura de una amistad a quien queremos y surja la polémica.

Eso es gordofobia.

Al principio me lo tomé a mal, porque mi intención, o la de la persona que comentaba la pérdida de peso de alguien querido, salía del corazón con la idea de animarle.

No me ha hecho falta meditarlo más de dos veces para dar la razón a quienes critican esos comentarios, que permiten profundizar en complejos físicos de quienes los escuchan. Quizás, el día que no estén tan delgados, prefieran no salir a la calle o quedar contigo. Creemos hacer un favor al piropear y lo que estamos haciendo es definir el tamaño de su jaula.

'Es que antes no existían tantas tonterías', protesta una parte de la sociedad.

Es que antes éramos menos sensibles a los traumas de los demás. El peso, el acné, el pelo, las dentaduras, la forma de las piernas. Todo lo que no pasara por el estricto filtro de lo estándar podía ser motivo de mofa o llevar asociado comentarios degradantes.

Cómo vemos el cuerpo de los demás es problema nuestro, no de ellos.

Afortunadamente que vamos cambiando, que se crean esos términos para definir lo que no deberíamos hacer, hasta llegar al punto en el que no califiquemos nunca más a nadie por su físico.

Conseguiremos que las calles estén más llenas y haya menos gente mirando por la ventana.

Seremos, todos, más bonitos.

Carrefour

Recién llegados a Conil, nos fuimos a un supermercado para rellenar la nevera con los básicos.

Ya en la cola para pagar, mientras hablaba por el móvil, vi cómo Fran ayudaba a una cría que colocaba la compra en la cinta, cómo le acercaba el carro de cestas para que depositara la suya.

La niña, de unos diez años, siguió para delante sin mirar a los ojos a Fran. 

La madre, a su bola, se enzarzaba en una conversación con la cajera.

Dejé el teléfono y lamenté.

No se educa en dar las gracias.

A lo que Fran respondió con un 'qué pena'.

Andaluz

El sentimiento andaluz no va contra nadie, sino a favor de nosotros mismos. 

Queremos ser de todos los sitios de los que somos.

Hartos de ser motivos de mofa, por nuestro acento, por nuestra economía, por nuestro folklore, cada día nos reafirmamos más en lo que nos identifica, un pueblo humilde, orgulloso de entender la vida a pecho descubierto, buenos anfitriones sin enemigos por combatir, expertos en mano izquierda y en comunicarnos sin brusquedades.

Tal vez por nuestra sangre impura de tantas razas mezcladas y ese sol fuerte que nos alegra los días, no queremos dejar de ser lo que nos caracteriza, una sociedad con personalidad propia, donde lo que menos cuenta es el RH o el origen de nuestros apellidos.

Siendo de Andalucía, somos de cualquier lugar del mundo, porque no miramos a nadie por encima del hombro. Esta, mi tierra, es tuya también, todos los acentos son bienvenidos. Y yo, que estoy muy viajado, sé bien lo que me digo.

Cuánto más me dicen que somos incultos, que somos vagos, que somos horteras, que somos superficiales, cuántas más veces me piden que cuente un chiste por haber nacido donde he nacido, más me digo para mis adentros que no me cambiaría por ninguno de los que me critican.


Anchoas

Uno de los grandes retos del ser humano es saber gestionar sus contradicciones.

Nadie se libra.

No importa cuál sea la lucha, los intereses, las aficiones o los miedos, que siempre hay un detalle en nuestro comportamiento que nos desmiente, de ahí que, salvo con temas de aceptación universal, sea tan peligroso sentenciar acerca de nada, porque tendremos antes o después que comernos nuestras palabras.

Puedo ensalzar a Murakami y al mismo tiempo detestar cómo gestiona los finales de sus obras.

Puedo odiar a toda la clase política y admirar profundamente a un político.

Puedo condenar todas las guerras y, al mismo tiempo, defender la batalla de los ucranianos.

En temas peliagudos, me he visto defendiendo una opción tras haber abanderado la contraria.

Todo quien me conoce sabe que si hay alguna comida que no soporto, son las anchoas, pero, en secreto, y sin que nadie se entere, siempre hay aceitunas con anchoas en mi nevera.

lunes, febrero 26, 2024

Odio

Mucha gente confunde la libertad de expresión que dan las redes sociales con campo libre para odiar, sin importar los daños asociados.

Autoproclamados reyes de un territorio que les da visibilidad, se vienen arriba con insultos y desprecios que, si muestran algo, es sus complejos y su pequeñez. Expulsan la bilis que su cobardía les impide desahogar en su vida diaria del mundo real.

Un adulto que se precie de serlo debe poner filtro a sus instintos.

Interpretar esta ventana que nos da la tecnología como un búnker desde donde disparar nuestras frustraciones es no haberse enterado de lo que es la clave de la comunicación entre humanos, el respeto al otro.

A mí me educaron en pensar en los demás y no hacer pupas innecesarias.

jueves, febrero 22, 2024

Redención

La risa es la redención. 

Los libros te llevan a mundos que nunca visitarlas, sí, pero también te lanzan frases que resumen toda una filosofía de vida, para apropiártela para siempre. 

Fue mi hermana Raquel quien me introdujo en la atmósfera de Kallifatides, como ya en la adolescencia me hizo descubrir a Auster o la Highsmith. 

La sensibilidad del viejo escritor griego afincado en Suecia es de una sutileza que te reconcilia con el mundo.

Sí. La risa es la redención. 

Color

Yo me aprovecho de pintores excelentes para hacerme ver, luego está en ti el curiosear o no el texto que acompaña a esas pinturas.

Los que no lo hacen, muchas veces me preguntan si el artista soy yo.

Al aclararle que yo no hago sino ponerle letras a los cuadros, suelen responderme que tengo muy buen gusto, especialmente los que me siguen por Instagram, donde todo es imagen.

A mí no me desagrada ofrecer al mundo esa paleta de colores alegres de obras que no he creado yo, porque transmiten por sí solas lo que mis relatos quieren alcanzar. Darte un trocito de luz cada día.

Sin más.

México

Os invito a jugar a un juego.

En mis años parisinos, mi jefe me llamó una tarde para hacerme una propuesta.

Tenemos un problema importante con un proveedor mexicano y necesitamos que vayas allí unos meses hasta que enderecen el rumbo.

Yo mostraba un semblante sereno de mesa para arriba y me temblaban las piernas, ¡de emoción!, de mesa para abajo. 

El compromiso con mi empresa era enviarles un informe diario de cómo avanzaban todas las acciones que íbamos poniendo en marcha, de forma acordada, para remontar esa empresa.

Los primeros días todos los grandes jefes, desde Francia, respondían a mi reporte con infinidad de propuestas y preguntas. Pasados unos meses, nadie respondía a mis informes. Así que me decidí a escribir uno en el que decía 'me acabo de caer por la terraza de mi hotel en México y esstoy muerto'.

Nadie contestó. ¡Nadie me leía!

Ahora viene el juego. 

Si me lees, no le des al me gusta, el botoncillo azul, sino al de la risa. Vamos a hacer recuento y comprobar cuánta gente me lee o si tengo que cerrar el chiringuito.

miércoles, febrero 21, 2024

Censura

 A la hora de escribir no me puede cohibir el no molestar a gente querida que piensa distinto, poque, en el fondo, las defraudaría a ellas, sí, pero, sobre todo, me defraudaría a mí.

No niego que pienso en determinadas personas cercanas cuando me posiciono sobre algún tema, del mismo modo que sé que si lo sé es porque esa persona no tiene tapujos en manifestar lo que piensan.

Cuando, hace muchísimos años, decidí publicar mi primera novela, me invadía el rubor al imaginar la reacción de mi padre al leer las escenas de sexo, a pesar de que siempre las traté con delicadeza.

Tengo claro que el creador no debe censurarse por el qué dirán, sino por dejar de lado su propia autenticidad.

martes, febrero 20, 2024

Trabajo

Qué peligro nacer sin tener necesidad de trabajar.

Pongo nombre y apellidos a casos cercanos, pero también a personajes mediáticos que nacieron en entornos en los que no solo les dieron más de lo que necesitaban, sino que no les exigieron el esfuerzo de buscarse una forma de sustento.

Sí, son pocos, por fortuna.

Trabajar es tanto la maldición como la salvación, es la independencia labrada con el esfuerzo, la condena necesaria.

Tendríamos mil cosas por hacer si no trabajasemos, tanto como sé que podríamos dedicarnos a ellas porque nos hemos ganado el poder hacerlas, hemos superado retos por nosotros mismos sin ayudas, hemos sabido apretar los dientes cuando había que hacerlo.

Saber que somos capaces y que lo hicimos, nos catapulta como individuos.

domingo, febrero 18, 2024

Biblioteca

Todos tenemos nuestra biblioteca de recuerdos sexuales en nuestra cabeza.

Para qué engañarnos, no todas nuestras relaciones son para encuadrarlas en el marco de lo inolvidable. 

Hubo momentos, eso sí, con personas, circunstancias, tiempos, deseos, cuerpos y caricias que quedan para siempre en el archivo de lo más excitante que nunca nos pasó.

Es bonito tirar de ellos, para sacar una sonrisa, por motivarse, para darse un gustazo, por mantenerlos vivos.

Ese día, con esa persona, en aquel lugar, en que levitaste de placer.

Pasteles

Marisol, la tía de Fran, le dio una bandeja con cuatro pasteles para mí.

Que se los tome, que está muy delgado.

Cuando Fran apareció con los dulces, me entró un cosquilleo de emoción por el detalle que había tenido conmigo, pero lo tuve claro.

Dale un beso muy grance y las gracias, pero eso tiene mucha azúcar.

Ya a la tarde, con Fran fuera y yo recién terminado de trabajar, vi la bandeja sobre la encimera de la cocina. La abrí, por curiosear, y me encontré dos bollos de leche y dos hojaldres con crema.

Tomé un cuchillo para recortar un pequeño extremo del dulce que no tenía crema, por ver a qué sabía.

¡Una delicia!

Me comí los cuatro pasteles.

Absurdo

Reivindico mirar la vida, de vez en cuando, desde los ojos de lo absurdo.

Nos hacemos a nacer con piernas y brazos, a tener padres, a ingerir comida y expulsarla, a tener sexo con otras personas, a morir, a creer o no creer en un dios que todo lo sabe y todo lo puede, a juntarnos con amigos, a pelearnos, a buscar el amor, a sufrir dolencias, a disfrutar victorias.

Todo es absurdo cuando te pones las gafas de ver la realidad con lentes estrictamente racionales. Todo se desbarata y el mundo se convierte en un terreno de juego inentendible que te hace preguntarte ¿qué hago yo aquí?

Luego te quitas las gafas y, como el resto que no las lleva puesta, te limitas a seguir la partida.

jueves, febrero 15, 2024

Jueces

Tenía un compañero de clase, tan empollón como yo, que tardó hasta los treinta y tantos años en sacarse las oposiciones a notario.

Pudo hacerlo porque tenía una familia pudiente detrás que lo mantuvo durante todos esos años, de encierro conventual, para empaparse de libros gordísimos con leyes por memorizar.

Lo mismo ocurre con los jueces, los inspectores de Hacienda y otras profesiones que, salvo contadísimas excepciones, pertenecen a la clase alta de nuestro país.

No conozco a ningún juez ni notario que provenga de una familia obrera.

De ahí el carácter netamentte conservador de la carrera judicial. Si la vida nos lleva delante de un tribunal, sabemos que quien nos juzgue, muy probablemente, tendrá una sensibilidad que no corresponde con el perfil medio de la ciudadanía.

Incluso siendo un hombre bueno, tendrá un recorrido vital más acomodado que la media, menos conectado con las capas menos favorecidas de nuestra sociedad.

Si los jueces eligieran a su propio Consejo del Poder Judicial, tendríamos uno de los tres poderes de la democracia alejado de la realidad de las cosas. 

Si el pueblo vota, que sean nuestros representantes quienes los elijan.

Manta

En esta vida lo fácil es tirarse en la cama y taparse con la manta hasta arriba.

A todos nos gusta.

Esconderse en ese refugio siempre a mano para no participar del juego de los retos es destructivo. Son millones las personas que se meten en esa cueva, por no arriesgar.

Llega un día en el que se les viene el mundo encima y se dicen, no he viajado, no suena el teléfono, no tengo historias que contar, no sé hablar de nada interesante, porque siempre que le propusieron algo, cómodo o retador, prefieron apagar luces y tirarse en diagonal en el colchón.

miércoles, febrero 14, 2024

Izaguirre

Tomaba una sardinas en la playa con mi padre y sus amigos.

Alguien que no lo conocía bien, le llamó Boris, en vez de Bori, que es como lo conocíamos.

¿Cómo Boris Izaguirre? preguntó a mi padre.

¡No! Que yo no soy maricón.

Tal como lo dijo, se dio cuenta de que tenía a su hijo homosexual a su lado, con una cerveza.

Horas después vinieron a buscarme mis hermanas para decirme lo mal que se sentía por haber soltado esa frase. Que le daba incluso vergüenza hablarlo conmigo.

Le dije que le dijeran que los homosexuales llevamos toda la vida siendo insultados..

Y que sabía que no había maldad en él.

martes, febrero 13, 2024

Despistado

Acostumbrado a tocarme la cremallera del pantalón al salir de casa y llevarla abierta, soy especialista en comprobar varias veces que llevo la cartera, las llaves o el DNI si salgo de viaje, 

Tan despistado soy que, cada cierto tiempo, en cualquier sitio, echo mano a la portañuela, al bolsillo, al móvil y a las gafas de sol por ver si está todo en su sitio.

De tan en la parra que suelo estar, he creado, sin querer, mecanismos de control que hacen poco creíble mi fama de despistado. 

Tan de un extremo que era que, sin darme cuenta, atravesé al otro lado.

lunes, febrero 12, 2024

Yiyi

Nosotros somos cuatro hermanos, pero, de pequeños, en las fotos, siempre aparecíamos cinco.

Mi tío Yiyi, el pequeño de la familia de mi madre, estaba más cerca de nuestra edad que de la de sus hermanos mayores, así que, cada vez que hacíamos una excursión, se venía con nosotros.

Largo, de piernas inacabables, él nos iba abriendo camino. En su habitación de la casa de la abuela nos ponía canciones de Pink Floyd y los cuatro nos quedábamos embobados. El día en el que se echó su primera novia se rompieron muchas rutinas con él.

Cuando murió su hermana mayor, nuestra madre, él debió sentir un desconsuelo más de hijo que de hermano. Supo de nuestro inmenso dolor y nunca dejó de acompañar a esos chavalillos huérfanos, en plena adolescencia, que éramos los cuatro.

Ese hombre vital, culto y chistoso, hoy, tan joven, está viviendo una situación crítica, inesperada, de salud, y los cuatro hermano-sobrinos que tiene no hacemos más que pensar en él, en nuestro tío preferido, el más divertido, el que siempre estuvo a nuestro lado cuando más lo necesitábamos.

Lo queremos sano y fuerte, y él lo va a conseguir.